Se acuerda la tenencia compartida de un perro, que fue adquirido por quienes eran en ese momento pareja de hecho; de la compañía que el perro hace, surgen grandes y sentidos afectos que son judicialmente tutelables. Esto no ha hecho más que empezar: como el caso estadounidense del novio que demandó a la novia por daño emocional al llegar tarde a la cita... Más información sobre el interesante caso aquí.
Cuando tenga tiempo voy a ver si me animo con la batería...
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