Cuando la democracia se convierte en una (cuasi)religión se transforma en una (posible) forma de laicismo. Lo cual es un fenómeno tremendamente interesante, a mi modo de ver. En general, parece que la democracia como cuasi religión lo pasa mal ante cualquier manifestación pública que no sea ella misma o sus subproductos.
El Coronel Kurtz de la película "Apocalypse Now" tachaba de hipócritas a los mandos norteamericanos: "Entrenamos a jóvenes para disparar sobre la gente, pero sus comandantes no dejan que los muchachos escriban 'joder' en sus aviones... ¡porque es una obscenidad!".
La JMJ es una tremenda obscenidad para la cuasi religión democratista. Sencillamente, porque escapa a sus márgenes controlables de la libertad con minúscula ("mac o pc", "cola-cao o nesquik", "android o symbian", "psoe o pp"). La JMJ le parece, a esa cuasi religión, una "regresión" autoaceptada. Una potencial redefinición fuera de los esquemas. Es salir de Matrix para entrar en la nave Nabucodonosor de Morfeo. Y, claro, al agente Smith no le gusta que la gente se le vaya por ahí, descontrolada...
Dos artículos que he leído estos días sobre la JMJ: "La JMJ, un balón de oxígeno" y "La generación del milenio".
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