CONTRERAS, F. J., Liberalismo, catolicismo y ley natural, Ediciones Encuentro, Madrid, 2013, 351 págs.
Me hizo llegar amablemente la Editorial Encuentro este libro de mi colega Francisco José Contreras, Catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Sevilla. Tras su lectura, resulta casi forzoso elaborar una breve recensión del mismo, con el fin de participar a otros potenciales lectores de este magnífico trabajo, en el que se reflexiona con rigor y agudeza sobre cuestiones del siempre difícil y polémico sector en el que se entrecruzan el Derecho, la Política y la Religión; no es fácil abordar con éxito una reflexión así, sin un conocimiento profundo y exhaustivo de las corrientes de pensamiento, las opiniones, tendencias y presupuestos imprescindibles para entender los problemas y, sobre todo, apuntar a las soluciones. El profesor Francisco José Contreras supera el reto muy satisfactoriamente, en cierta línea de continuidad con su anterior libro Nueva Izquierda y Cristianismo, en la misma editorial, publicado en 2011 con Diego Poole, profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad Rey Juan Carlos.
El volumen recoge algunos artículos y trabajos previos, publicados en diversas revistas jurídicas, de pensamiento y de divulgación, nacionales e internacionales, junto con un primer capítulo inédito sobre catolicismo y liberalismo.
Francisco José Contreras se mueve con absoluta soltura intelectual en diálogo con pensadores europeos y norteamericanos. Respecto de los primeros, personalmente creo que casi todo es ya historia, porque el pensamiento en el viejo Continente se ve dominado (no totalmente, pero sí de una forma notable) por la apatía y el atrincheramiento ideológico. Respecto de los segundos, afortunadamente tanto el autor como muchos de los académicos y estudiosos con los que dialoga no sólo elaboran un análisis social, político o jurídico certero en su diagnóstico (lo cual suele ser patrimonio habitual de no pocos pensadores angloamericanos), sino que también ofertan sugerentes soluciones y propuestas de futuro (esto no suele ser ya tan común).
El primer capítulo sirve de marco general de las reflexiones posteriores pero, al mismo tiempo, aborda de forma aislada la compatibilidad o las relaciones entre el pensamiento católico y el liberalismo. Respecto del primero, advierte el autor la continuidad-discontinuidad en el modo de abordar el pensamiento liberal político, así como las dificultades para llegar un juicio ponderado respecto del liberalismo económico. Respecto del segundo, el liberalismo, se predica la compatibilidad y la relación de origen-derivación: es decir, resulta poco menos que imposible concebir el pensamiento liberal sin un precedente teológico y social cristiano. No obstante, y dado que el término liberalismo resulta —a mi parecer— tan amplio (ver nota 509 en la página 237), concluyo que algunos de sus hijos menores (también bajo la rúbrica de pensamiento liberal) resultan no sólo distintos, sino claramente incompatibles con el pensamiento católico, desde el momento que absuelven al ser humano de cualquier vínculo de trascendencia (no es que se ignore: se niega) para dar paso a la autonomía total (unencumbered self) que hoy en día domina en pensamiento político y jurídico en Occidente. De forma, que la “cadena” evolutiva completa parte del cristianismo para llegar a un primer liberalismo, y de ahí se pasó al neo-liberalismo tal como lo conocemos hoy como moneda corriente. Por lo demás, al analizar la doctrina social de la Iglesia el autor rehuye el defecto frecuente de la crítica second guess, lo cual es relativamente frecuente —y no exento de prejuicios y de un infundado sentido de superioridad— entre los especialistas en las relaciones Iglesia-Estado. Quiero decir lo siguiente: me parece relativamente sencillo zarandear “post-modernamente” a Pio IX por el Syllabus o a Pio X por su reacción contra el modernismo (ni siquiera gentes fuera de sospecha están exentos de este peligro, véase por ejemplo C.J. Chaput, Render unto Caesar: serving the nation by living our Catholic beliefs in political life, Ist ed, Doubleday, New York, 2008); lo difícil es “ponerse en los zapatos” de los pontífices y reaccionar de forma equilibrada (ahí quedan los extremos: Jesus Seminar en un lado; Hermandad Sacerdotal San Pío X, en el otro).
Tras el primer capítulo el lector encontrará los grandes temas en torno a los cuales se desarrolla el libro: Europa, Catolicismo, Liberalismo y, finalmente, la Ley natural. Comento brevemente cada uno de estos grandes apartados.
Respecto de Europa, parte el autor del incontestable hecho del denominado “invierno demográfico”: de los datos a las causas, procura en todo momento desenmascarar las excusas y falsas soluciones. No ahorraré a lector la lectura detenida de esta parte, pero sí me gustaría advertir del dilema que se presenta para los estados europeos ante la cuestión: por un lado, contentar al votante medio que dormita entre el consumismo ilimitado y la libertad sexual más complaciente; por otro, encontrar una salida al final demográfico de un Continente… Quizá la huida “hacia delante” sea precisamente un mundo tipo Mátrix, es decir, la abolición del hombre por el hombre. ¿Qué papel puede tener en este cambio dramático de escenario la renuncia de Europa a sus raíces culturales? Es el objeto del siguiente capítulo, que resulta de alguna forma ser una urgente puesta al día de aquel Europa y la fe de Hilaire Belloc. La vindicación de las raíces cristianas de Europa viene seguida de una reflexión acerca del “Nueva lenguaje” para la cultura de la vida en Europa, interesante estudio que sigue en parte las coordenadas que, sobre el lenguaje político, establece el conocido psicólogo George Lakoff. A modo de “caso para estudio”, se cierra este apartado con el análisis de la polémica surgida en torno a la nueva constitución de Hungría, denostada precisamente porque contrarresta la tendencia del Este europeo en lo referente al derecho a la vida, a la protección de la familia y al papel público de la religión.
El segundo apartado, bajo el título “Catolicismo”, se abre con una reflexión acerca de las relaciones entre ciencia y fe; una vez más, se hace preciso desmontar tópicos y situar los hechos con precisión, porque los prejuicios y las falsedades han hecho mella en la opinión común acerca del papel del cristianismo en general, y de la iglesia católica en particular, en el nacimiento y el desarrollo de la ciencia en Occidente. Junto con ello, y siguiendo de forma particular las brillantes consideraciones de Benedicto XVI sobre el tema, el autor cierra este primer capítulo reivindicando la razón en todo su alcance (y por tanto no sólo la razón técnica o instrumental). El segundo capítulo, “Cristofobia y Antidiscriminación”, nos sitúa ante el panorama europeo de hostilidad hacia el cristianismo, especialmente en el área de la libertad de expresión religiosa referida a la ideología de género. No obstante, el autor indica que se debe evitar “la tentación del tremendismo o del victimismo sobreactuado. Por ejemplo, es desmesurado y contraproducente usar el término ‘persecución’; persecución es lo que sufren los cristianos de Iraq o Pakistán, amenazados por el exterminio o la deportación” (p. 183); en este punto, Francisco José Contreras coincide muy sustancialmente como otros autores que han analizado el tema de las “fobias religiosas” (M. Evans, “Advancing Freedom of Religion or Belief: Agendas for Change”, Oxford Journal of Law and Religion, vol. 1, n.º 1, 2012, págs.. 5-14). Y de ahí, pasa a analizar las causas de dicha hostilidad, que cifra con acierto en el “antidiscriminacionismo como ideología”: no ahorro aquí tampoco la lectura de ocho páginas particularmente brillantes. Y se cierra el apartado con un capítulo titulado “San Juan de Ávila y la cuestión de Dios”, que sirve a Francisco José Contreras para analizar la cuestión de Dios en el siglo XXI, estableciendo paralelismos con el siglo XVI.
El siguiente apartado, “Liberalismo”, se abre el capítulo titulado “La siempre aplazada pedagogía del liberalismo”, que corresponde al prólogo escrito por el autor para el libro de Carlos López Díaz “Contra la izquierda: escritos liberal-conservadores”. La tesis de Francisco José Contreras es que la izquierda ha logrado en España (y en otros países) la superioridad moral sobre la derecha. Ésta última se contenta con un mensaje pragmático cifrado en la economía. Pero se demuestra que, al final, a los votantes occidentales por más cosas que el bolsillo: los ideales (incluso los vacuos) también orientan las elecciones. El autor analiza de modo crítico esta pretendida “superioridad moral”: sus razones y fallos. El siguiente capítulo, “El conservadurismo norteamericano como modelo para el centro-derecha europeo”, plantea los elementos que hacen de la tendencia conservadora de los Estados Unidos de Norteamérica un elemento político sólido, con proyección real en la política, frente a la débil y contemporizadora derecha europea. Personalmente tengo la impresión de que esa solidez es hoy cosa del pasado, y que la vuelta de los conservadores norteamericanos pasa por “enmarcar” de nuevo el discurso político (volvemos a Lakoff) e introducirse de forma decidida en la “clase del conocimiento” en la terminología de Peter Berger (ver nota 589 en pág. 275). Por último, el capítulo titulado “La crítica liberal del Estado de bienestar” resulta ser un denso estudio de los fallos del también llamado Estado providencia socialdemócrata, donde se ofrece al lector abundantes pruebas (muchas de ellas contraintuitivas) de las debilidades de un modelo político y económico basado en el protagonismo a ultranza del Estado.
El último apartado, “La ley natural”, consta de dos capítulos. El primero de ellos es “Laicidad, Razón Pública y Ley Natural”: se trata de un interesante estudio acerca de las coincidencias y diferencias entre la teoría liberal en torno a la razón pública y la ley natural como depósito de razón pública: un tema de profundo interés para estudiosos de la Filosofía del Derecho, Constitucionalistas y cultivadores del Derecho Eclesiástico del Estado en el que se dan cita cuestiones de gran alcance: la neutralidad ideológica del Estado, la libertad de expresión pública de las cosmovisiones religiosas frente a la teoría de R. Rorty acerca del carácter anti-discusivo (conversation-stopper) de las creencias religiosas, etc. Por último, el capítulo titulado “¿Debemos alegrarnos de la muerte del positivismo jurídico?” resulta ser una reflexión muy sugerente acerca del “principialismo” constitucional de R. Dworkin, que entiendo está en línea con aquellas otras consideraciones que R. Spaemann hizo acerca de la concepción de Europa como una “comunidad de valores” (A. Llano, A.; R. Spaemann, Europa: ¿Comunidad de valores u ordenamiento jurídico? El carácter relacional de los valores cívicos, Fundación Iberdrola, Madrid, 2004).
Al terminar la lectura concluí que ésta valió la pena, que el libro contiene un buen depósito de ideas y argumentos valiosos, que tendré que volver con frecuencia sobre las reflexiones de Francisco José Contreras y, por último, que aun cuando haya lectores que no sean expertos en algunas de las temáticas que se abordan, Liberalismo, catolicismo y ley natural es accesible a cualquier persona con inquietudes intelectuales respecto del mundo político, jurídico y religioso en el que nos movemos hoy.
... Y algo de música: "Sweet Talkin Woman", de E.L.O.
jueves, 31 de octubre de 2013
viernes, 18 de octubre de 2013
leyes y salchichas
"This case, involving legal requirements for the content and labeling of meat products such as frankfurters, affords a rare opportunity to explore simultaneously both parts of Bismarck's aphorism that No man should see how laws or sausages are made".
Así comenzaba la sentencia Community Nutrition Institute v. John R. Block, 49 F.2d 50 (1984), en el Tribunal Federal de Apelaciones para el Distrito de Columbia. El ponente era Antonin Scalia, como se recordaba precisamente en una reciente entrevista concedida por este magistrado del Tribunal Supremo Norteamericano para New York Magazine. Quien conozca la figura de Scalia sabe que es polémica por los cuatro costados. Recuerdo que la Universidad de Chicago se enorgullecía de su relación con A. Scalia y de R. Posner. Como la Universidad de Chicago tiene que ganarse los cuartos matrícula a matrícula, ofrece como tarjeta de presentación haber tenido en sus aulas a juristas importantes en el país. Me imagino que en España, si el Tribunal Constitucional entre sus doce contara con mayoría de magistrados procedente de la Universidad Complutense o de la Universidad Pompeu Fabra, no sería motivo de orgullo y promoción, sino de vergüenza y crítica: bien porque sería visto como manifestación de centralismo en el primer caso, o bien porque se interpretaría como cesión política al nacionalismo catalán, en el segundo.
La cita de las salchichas está atribuida a Bismarck, aunque según parece debe ser más bien del poeta americano John Godfrey Saxe. Pero no deja de ser ingeniosa, con independencia de la autoría real. En el gran mito acerca de la ley todo es bien simple: la ley es expresión de la voluntad popular a través del Parlamento. Es un elemento cuasi-sagrado. En la "trastienda", sin embargo, se sabe de su poco honroso origen y los juristas saben también de su imperfección técnica.
El otro día hablaba con un antiguo alumno precisamente de este tema: de la inocencia jurídica y los mitos relativos al Derecho. Cuando un estudiante llega al primer año de estudios jurídicos, parte de la mitología. Cuando sale de la Facultad, e incluso cuando realiza estudios de Máster, descubre que no es oro todo lo que reluce. Pero coincidíamos que el estudiante de primero debe comenzar desde la inocencia y el candor. Hay que respetar ese primer momento mágico en el que el Derecho es un gran edificio sagrado del que cabe esperar un mundo mejor y por el que vale la pena luchar frente a la tiranía y la arbitrariedad. Pocos estudiantes de Derecho que sean vocacionales (es decir, que no hayan comenzado los estudios de Derecho por no haber sido admitidos en una Ingeniería o en algún grado de Ciencias de la Información, supongamos) comienza la carrera con la idea clara de querer hacer estudios jurídicos para burlar la ley sistemáticamente o para hacerse rico, muy rico a base de utilizar la ley en beneficio propio. Por eso, el docente en los primeros pasos de los estudios de Derecho debe respetar los ritmos de maduración del que comienza el camino. Cada cosa a su tiempo. De este modo es más fácil lograr juristas responsables, en lugar de técnicos consagrados al escepticismo.
Así comenzaba la sentencia Community Nutrition Institute v. John R. Block, 49 F.2d 50 (1984), en el Tribunal Federal de Apelaciones para el Distrito de Columbia. El ponente era Antonin Scalia, como se recordaba precisamente en una reciente entrevista concedida por este magistrado del Tribunal Supremo Norteamericano para New York Magazine. Quien conozca la figura de Scalia sabe que es polémica por los cuatro costados. Recuerdo que la Universidad de Chicago se enorgullecía de su relación con A. Scalia y de R. Posner. Como la Universidad de Chicago tiene que ganarse los cuartos matrícula a matrícula, ofrece como tarjeta de presentación haber tenido en sus aulas a juristas importantes en el país. Me imagino que en España, si el Tribunal Constitucional entre sus doce contara con mayoría de magistrados procedente de la Universidad Complutense o de la Universidad Pompeu Fabra, no sería motivo de orgullo y promoción, sino de vergüenza y crítica: bien porque sería visto como manifestación de centralismo en el primer caso, o bien porque se interpretaría como cesión política al nacionalismo catalán, en el segundo.
La cita de las salchichas está atribuida a Bismarck, aunque según parece debe ser más bien del poeta americano John Godfrey Saxe. Pero no deja de ser ingeniosa, con independencia de la autoría real. En el gran mito acerca de la ley todo es bien simple: la ley es expresión de la voluntad popular a través del Parlamento. Es un elemento cuasi-sagrado. En la "trastienda", sin embargo, se sabe de su poco honroso origen y los juristas saben también de su imperfección técnica.
El otro día hablaba con un antiguo alumno precisamente de este tema: de la inocencia jurídica y los mitos relativos al Derecho. Cuando un estudiante llega al primer año de estudios jurídicos, parte de la mitología. Cuando sale de la Facultad, e incluso cuando realiza estudios de Máster, descubre que no es oro todo lo que reluce. Pero coincidíamos que el estudiante de primero debe comenzar desde la inocencia y el candor. Hay que respetar ese primer momento mágico en el que el Derecho es un gran edificio sagrado del que cabe esperar un mundo mejor y por el que vale la pena luchar frente a la tiranía y la arbitrariedad. Pocos estudiantes de Derecho que sean vocacionales (es decir, que no hayan comenzado los estudios de Derecho por no haber sido admitidos en una Ingeniería o en algún grado de Ciencias de la Información, supongamos) comienza la carrera con la idea clara de querer hacer estudios jurídicos para burlar la ley sistemáticamente o para hacerse rico, muy rico a base de utilizar la ley en beneficio propio. Por eso, el docente en los primeros pasos de los estudios de Derecho debe respetar los ritmos de maduración del que comienza el camino. Cada cosa a su tiempo. De este modo es más fácil lograr juristas responsables, en lugar de técnicos consagrados al escepticismo.
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sábado, 5 de octubre de 2013
declaración del calir
CONSEJO ARGENTINO PARA LA LIBERTAD RELIGIOSA (CALIR)
DECLARACIÓN
1. Ante el grave atentado sufrido el pasado 27 de septiembre por un templo (Iglesia Norte) de la Iglesia Metodista en la Ciudad de Rosario, que es además la sede local del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH), el Consejo Argentino para la Libertad Religiosa (CALIR) se ve en la triste necesidad de reiterar la más enfática condena que merecen hechos de esta naturaleza. Hace pocos días hemos repudiado la profanación sufrida por un templo católico en la Ciudad de Buenos Aires; lo dicho entonces vale para este otro caso.
DECLARACIÓN
1. Ante el grave atentado sufrido el pasado 27 de septiembre por un templo (Iglesia Norte) de la Iglesia Metodista en la Ciudad de Rosario, que es además la sede local del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH), el Consejo Argentino para la Libertad Religiosa (CALIR) se ve en la triste necesidad de reiterar la más enfática condena que merecen hechos de esta naturaleza. Hace pocos días hemos repudiado la profanación sufrida por un templo católico en la Ciudad de Buenos Aires; lo dicho entonces vale para este otro caso.
2. Un templo es un lugar altamente simbólico. Es un lugar de oración, de culto, y de encuentro con Dios y entre los creyentes que comparten la misma fe. Es un lugar de paz. Un incendio intencional (como ocurrió esta vez) o cualquier otra agresión física contra él, no implica solamente un daño material (desde ya condenable) sino sobre todo un daño espiritual profundo que hiere no solamente a la comunidad que se congrega sino al conjunto de los creyentes y a la sociedad toda.
3. Al significado estrictamente religioso de la agresión, se suma el hecho de que quienes lo ejecutaron fueron en busca del archivo del MEDH, un acopio documental de valor histórico y simbólico, quemándolo en el altar del templo.
4. La enorme mayoría de los argentinos queremos vivir en paz y recuperar una amistad social que nos une por encima de cualquier diferencia. Hechos de esta naturaleza –como cualquier otra expresión violenta– merecen nuestro mayor rechazo. Invitamos a todos los creyentes, cualquiera sea su credo, a orar por el cese de estas expresiones de odio e intolerancia.
5. En el caso concreto, hacemos extensiva nuestra solidaridad no solamente a la Iglesia Metodista, sino también al MEDH, institución que en tiempos donde la violencia que ahora condenamos era cotidiana en la Argentina, fue la expresión del valiente trabajo conjunto de hombres y mujeres de diversas convicciones religiosas, a favor de la dignidad de toda persona humana.
Ricardo Docampo, Secretario
Octavio Lo Prete, Presidente
Ricardo Docampo, Secretario
Octavio Lo Prete, Presidente
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viernes, 4 de octubre de 2013
los españoles y la religiosidad
El Observatorio del Pluralismo Religioso en España es un organismo no independiente para la denominada gestión pública del pluralismo religioso por parte de las administraciones públicas de este país, que sirve también como punto de referencia para la investigación científica y denominacional sobre la religión en España.
El Observatorio acaba de publicar su II Encuesta sobre opiniones y actitudes de los españoles ante la dimensión cotidiana de la religiosidad y su gestión pública. Cualquiera que esté familiarizado con el tratamiento multidisciplinar del factor religioso sabe que las estadísticas y análisis sociológicos en torno a lo religioso resultan cada vez más frecuentes en el mundo (Pew Forum, World Values Survey...) y que sirven como presupuesto para el estudio jurídico nacional y regional.
La II Encuesta reúne datos de interés. En algunos casos, poco añaden a lo que se viene conociendo habitualmente a través de los Barómetros del CIS; en otros casos, estamos ante la aportación de datos específicos respecto de las actitudes de los españoles ante cuestiones relacionadas con la religión y la libertad religiosa. El trabajo muestra índices de "believing without belonging" en porcentajes normales en esta sociedad secularizada. La encuesta indica también que los españoles son partidarios de la enseñanza de religión en la escuela. A la luz de los datos, cabe deducir que el ciudadano medio en España parece convencido de que la libertad religiosa aquí "no funciona mal" y que, como en tantos otros ámbitos, le parece bien que sean las administraciones públicas quienes se ocupen de solucionar los problemas. De la opinión generalizada respecto del emplazamiento de los lugares de culto, cabe deducir que el común de la ciudadanía es NIMBY. Por lo demás, en algún momento se tiene la impresión de que el Observatorio se sirve de la encuesta para apoyar su razón de ser.
Música: "Si no puedo verla" de Anoushka Shankar.
El Observatorio acaba de publicar su II Encuesta sobre opiniones y actitudes de los españoles ante la dimensión cotidiana de la religiosidad y su gestión pública. Cualquiera que esté familiarizado con el tratamiento multidisciplinar del factor religioso sabe que las estadísticas y análisis sociológicos en torno a lo religioso resultan cada vez más frecuentes en el mundo (Pew Forum, World Values Survey...) y que sirven como presupuesto para el estudio jurídico nacional y regional.
La II Encuesta reúne datos de interés. En algunos casos, poco añaden a lo que se viene conociendo habitualmente a través de los Barómetros del CIS; en otros casos, estamos ante la aportación de datos específicos respecto de las actitudes de los españoles ante cuestiones relacionadas con la religión y la libertad religiosa. El trabajo muestra índices de "believing without belonging" en porcentajes normales en esta sociedad secularizada. La encuesta indica también que los españoles son partidarios de la enseñanza de religión en la escuela. A la luz de los datos, cabe deducir que el ciudadano medio en España parece convencido de que la libertad religiosa aquí "no funciona mal" y que, como en tantos otros ámbitos, le parece bien que sean las administraciones públicas quienes se ocupen de solucionar los problemas. De la opinión generalizada respecto del emplazamiento de los lugares de culto, cabe deducir que el común de la ciudadanía es NIMBY. Por lo demás, en algún momento se tiene la impresión de que el Observatorio se sirve de la encuesta para apoyar su razón de ser.
Música: "Si no puedo verla" de Anoushka Shankar.
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