- Simón Yarza, F., “Símbolos religiosos, derechos subjetivos y Derecho objetivo. Reflexiones en torno a Lautsi”, Revista de Derecho Comunitario Europeo, vol. 16, n.º 43, 2012, pp. 901-925. Accesible a través de este vínculo. Es interesante el contraste entre la perspectiva de los derechos fundamentales y la definición cultural y religiosa del espacio compartido (o configuración simbólica del espacio común). No todos los estudios sobre el tema atienden a este contraste. Por lo demás, las referencias al derecho norteamericano en materia de símbolos institucionales no ilustra respecto de la solución del problema: la jurisprudencia sobre la Establishment clause es un asunto con el que el difícil aclararse; no lo consiguen ni los propios norteamericanos.
- Arlettaz, F., “Símbolos religiosos en la órbita del poder público: dos aproximaciones”, Revista de Estudios Políticos, n.º 161, 2013, pp. 143-170. Accesible a través de este vínculo. Una aproximación que, de nuevo, recurre a comparar la jurisprudencia de Estrasburgo con la del Tribunal Supremo federal norteamericano, aportando algunas ideas sobre las diferencia de enfoque respecto de problemas semejantes. Se instala con cierta comocidad en la diferencia entre conservadores y progresistas en materia de símbolos institucionales; un socorrido recurso, que no agota toda la compleja realidad del asunto.
- Ladeur, K.-H., “The Myth of the Neutral State and the Individualization of Religion: The Relationship Between State and Religion in the Face of Fundamentalism”, Cardozo Law Review, vol. 30, n.º 9, 2009, p. 2445. Accesible a través de este vínculo. Una guía para entender los problemas de fondo que plantean los símbolos religiosos institucionales en el espacio público occidental.
Otras cuestiones de interés: no termino de entender por qué en España nos aferramos cada vez con más fuerza al modelo de universidad de titularidad estatal, cuando las universidades por ahí fuera que funcionan no son necesariamente estatales. Alguna razón debe haber para esta profesión de fe, pero no acierto a encontrarla. La última propuesta sobre el tema la he encontrado en una interesantísima iniciativa, La Facultad Invisible, que ha iniciado su andadura recientemente y que promete, sin duda. En principio, vistas las cosas con la perspectiva de unos cincuenta años, pongamos, la apuesta debería ser más bien la defensa de la universidad, a secas, porque me temo que, como idea y como proyecto (estatal o privado), o la defendemos y cultivamos, o será barrida por instituciones alternativas que satisfagan la formación cara al mercado de trabajo, a la investigación o al simple afán de saber.
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